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Enfermedades de la civilización

¿Qué es el ambiente?

El estilo de vida de una sociedad produce una determinada interacción con su ambiente. Descubre qué es el ambiente en este vídeo.

Transcripción del vídeo

Todos los seres vivos mantenemos una interacción con el ambiente que nos envuelve.

Desde los organismos más pequeños, como una célula, hasta los más grandes dinosaurios.

Vamos a tratar de explicarlo ya que esta interacción entre el ser vivo y su ambiente es una de las bases de este canal.

Bienvenidos a otro vídeo más de Paleolítico Feliz, dónde vamos a tratar de explorar qué es esto de la interacción con el ambiente y por qué es importante para nuestra salud.

Todos los seres vivos, mantenemos una interacción con el ambiente, con el entorno que nos rodea.

Y esta interacción produce cambios en nuestro organismo.

Cuando hablamos de ambiente, debemos tener claro que nos referimos a absolutamente todo aquello que nos rodea, sea físico, cultural, temporal o de cualquier otra naturaleza.

Y cuando hablamos de interacción, nos referimos a que las moléculas que forman parte de nuestro organismo, cambian dependiendo del estímulo que recibimos de este ambiente.

Y si cambian nuestras moléculas, obviamente, estamos cambiando nosotros.

Entender esto es importantísimo, así que vamos a poner algún ejemplo.

Cuando los rayos UV del sol alcanzan nuestra piel, se producen unas reacciones químicas que transforman el colesterol en vitamina D.

Es una reacción que se produce sin que podamos hacer nada para evitarlo. Y además, no vamos a ser conscientes de esta reacción.

Si exponemos nuestra piel a la luz directa del sol, sintetizamos vitamina D. Lo queramos o no.

En cambio, si estamos en el salón de casa, un entorno en el que no nos llega directamente la luz del sol, entonces no vamos a sintetizar esta vitamina.

Aunque lo queramos.

Y no la sintetizaremos porque no nos estará alcanzando la luz UV en la piel.

Es una interacción que no es consciente y además es involuntaria, no la vamos a poder controlar.

Pero existen otras reacciones de las que sí somos conscientes, pero que siguen siendo involuntarias, no vamos a poder hacer nada para evitarlas, si recibimos el estímulo apropiado.

Por ejemplo si entramos en una habitación oscura, se nos van a dilatar las pupilas. Por otro lado, si a continuación con las pupilas dilatadas salimos al jardín y el día es soleado, nos vamos a deslumbrar.

Y si estamos unos minutos en el exterior bajo la luz del sol, las pupilas se volverán a contraer y poco a poco dejaremos de deslumbrarnos. Entonces, si una vez con las pupilas contraídas volvemos a entrar en la habitación oscura, no veremos nada y tendremos que esperar unos minutos hasta que se hayan vuelto a dilatar.

Sería otro ejemplo de reacción fisiológica que no podemos controlar. Se producen cambios en nuestros ojos, reacciones fisiológicas, dependiendo del ambiente, en este caso, dependiendo de la luz ambiental se dilatarán o se contraerán nuestras pupilas.

Y aunque sea una interacción involuntaria, somos plenamente conscientes de ello. Es algo que todos hemos experimentado alguna vez.

Pero existen otros tipos de reacción. Algunas son voluntarias y conscientes a la vez.

Por ejemplo, hace calor y tenemos sed con lo que vamos a la nevera a buscar algo fresco para beber.

En la nevera tenemos diversas bebidas, como agua pero también bebidas azucaradas y llenaremos un vaso con alguna de ellas.

La decisión que tomemos, la bebida que elijamos, influirá en la glucosa que acabaremos teniendo en la sangre y por tanto en la insulina que vamos a tener que segregar.

Será muy diferente para nuestra salud si durante años elegimos siempre agua o en su lugar siempre una bebida azucarada. Una decisión que podría contribuir a que desarrollemos una resistencia a la insulina o una Diabetes de T2.

Por lo tanto será mucho más difícil padecer Diabetes de T2 para una persona que vive en un entorno natural como podría ser un cazador recolector ya que tiene difícil el acceso a bebidas azucaradas y bollería industrial, si la comparamos con un individuo que vive en el mundo occidental moderno con grandes supermercados a la vuelta de la esquina.

Precisamente porque su ambiente es diferente. Unos tienen supermercados y otros no.

Pero nuestro entorno, el ambiente, abarca todo lo que podamos imaginar.

Por ejemplo el tiempo que tenemos para comer.

Aquellas personas que dispongan sólo de media hora para comer y trabajen cerca de un centro comercial repleto de restaurantes de comida rápida, tendrán muchas más posibilidades de comer comida basura y otras porquerías que una persona que disponga de dos horas para comer y pueda ir a su casa.

Nadie puede poner en duda de la importancia que tiene aquello que comemos en las moléculas que circulan por nuestro organismo.

En este caso se trata de un factor de tiempo.

Ya entramos en aspectos sociales, culturales o económicos que hacen que mantengamos una interacción con nuestro ambiente o que mantengamos otra.

Volvemos a hacer mención a sociedades que viven según un estilo de vida más salvaje, y entenderemos que no tienen centros comerciales para comprar comida basura para comérsela en veinte minutos.

Así, entramos en factores que podríamos clasificar como directos o indirectos.

El tiempo que disponemos para comer no debería influir en nuestra fisiología. Pero el hecho de que tengamos poco tiempo aumentaría la probabilidad de comer comida basura y esta sí que afecta directamente a nuestra salud.

Las creencias religiosas servirían como ejemplo también de interacción con el ambiente, que de forma indirecta podrían afectar a nuestra fisiología.

En la Barcelona medieval, el colectivo cristiano era más proclive a padecer la peste bubónica que el colectivo judío.

Fue tan grande la diferencia entre un grupo y el otro, que los cristianos acusaron a los judíos de envenenar el agua de los pozos de dónde bebían.

Más tarde se supo que se trataba de una cuestión de higiene. El colectivo judío incluye en sus prácticas unos hábitos de higiene que no incluían los cristianos.

Así, que la probabilidad de contraer la peste bubónica podría vincularse de alguna manera a la fe, a la religión de cada individuo.

La fe religiosa mantiene en este sentido una relación indirecta con la fisiología y por tanto algo complicada de vincular, o de relacionar. Si hablamos de las prácticas religiosas vinculadas a una fe ya nos acercaremos un poco más y si pasamos a los hábitos de higiene en particular, que ya son más concretos, observaremos una relación más directa y mucho más fácil de relacionar.

Todo, absolutamente todo lo que podamos imaginar, podría considerarse parte del ambiente. Y por consiguiente podría influir en nuestra salud.

Es distinto si vemos dos horas de televisión diarias que si en su lugar vamos a dar un paseo por el parque.

También es distinto si caminamos por una superficie plana como la de un centro comercial, que si lo hacemos por la montaña, sobre un terreno natural.

Los músculos y las articulaciones de las piernas y los tobillos no van a trabajar y no se van a desarrollar por igual.

Tenemos que ser conscientes de que nuestro estilo de vida va a influir en nuestra fisiología y en consecuencia, va a influir en nuestro estado de salud.

Unas nueces por ejemplo también formarían parte de nuestro ambiente. Un ambiente que podrá depender de si las compramos peladas en un supermercado, o si tenemos que caminar dos horas para cogerlas, y luego romper las cáscaras haciendo fuerza con las manos.

Nuestro ambiente produce innumerables estímulos que modifican nuestra fisiología y por tanto nos modifica a nosotros.

Y un poco no pasa nada. Si un día estamos sin sol y no sintetizamos vitamina D, no nos pasaría nada.

El problema, es que nos pasamos décadas sintetizando poca vitamina D. 10, 20, 30 o más años trabajando en una oficina o un comercio una media de 8 horas diarias sin que nos alcance el sol en la piel. Utilizamos el transporte público que también nos tapa del sol. Llegamos a casa y otra vez, a cubierto del sol.

Durante 30, 40, 50 años.

¿Todavía alguien se pregunta el porqué de la falta de vitamina D en las sociedades occidentales?

¿Sabes cual puede ser la diferencia entre tener un aparato de TV en casa y no tenerlo?

¿Te lo has planteado alguna vez?

El número de horas que pasan delante de la TV muchas personas en el mundo moderno es abismal.

Podemos ver una película hasta entrada la madrugada, cuando deberíamos estar durmiendo.

La luz que entra por la retina, no sólo afecta a nuestro reloj biológico central produciendo cronodisrupción, sino que además impide que segregues melatonina como debes hacerlo.

Entre el reloj biológico en deshora y la falta de melatonina muy probablemente dormiremos peor, algo que notaremos al día siguiente en aspectos como la atención o la concentración.

Muchas personas ven la TV hasta tarde, todos los días. Durante décadas.

Si tiramos el televisor a la basura, la probabilidad de que seamos sedentarios disminuirá. La de padecer cronodisrupción, también disminuirá.

Y ambos aspectos, (el sedentarismo y la cronodisrupción) son importantes factores que pueden favorecer la inflamación crónica o los problemas de autoinmunidad.

Si no tenemos aparato de TV, también aumentará la probabilidad de salir de casa a pasear un rato para que nos dé el sol, con lo que aumentaríamos nuestros niveles de vitamina D y de serotonina.

Y tener buenos niveles de serotonina nos ayudará a tener un buen estado de ánimo, algo que repercutirá en muchísimos aspectos de nuestra vida.

Además, altos niveles de serotonina facilitarán la síntesis de melatonina (la hormona de la noche), y no sólo dormiremos mejor sino que circulará por nuestro cuerpo un antioxidante endógeno maravilloso.

Y además, si salimos a caminar, también aumentaríamos nuestra actividad física.

El ambiente de las sociedades modernas está plagado de aparatos de televisión, mientras que en sociedades que viven según un estilo de vida más ancestral, tienen otras costumbres, como sentarse en grupo y contar historias.

Sin luz que reduzca la síntesis de melatonina. Con una calma y una paz que disminuyan los pocos niveles de estrés que puedan tener.

Unas sociedades cuentan historias y otras ven la televisión.

Unos tienen un ambiente occidental moderno, mientras que otros tienen uno más ancestral, más acorde a nuestra evolución.

Más coherente con nuestra especie.

¿Cuál crees tú, que es más saludable?

Si tratas de luchar contra algún eczema de la piel, por ejemplo, ¿Qué ambiente crees que te resultará más favorable? ¿Tres meses viendo la tele, estirado en el sofá, cogiendo el coche para comprar en un centro comercial repleto de gente y comiendo comida ultraprocesada sin que te dé prácticamente el sol, o tres meses en un poblado en la naturaleza, respetando los ciclos de luz y oscuridad, comiendo comida real y contando historias todas las noches alrededor del fuego?

¿Dudas de que mejoraría un eventual ezcema que podamos tener en la piel?

La razón es, que ambos ambientes, son diferentes.

Y el problema, está en que no vivimos 3 meses en una ciudad moderna con TV, sofá y centros comerciales. El problema es, que vivimos en este ambiente hostil 20, 30, 40 años.

Toda nuestra vida.

No nos deberíamos sorprender por el estado de salud de las sociedades occidentales.

Abrimos la puerta de la enfermedad. De par en par. Y la enfermedad vendrá para quedarse.

Cada individuo tiene su ambiente, cada individuo vive en un entorno, aquel que le ha tocado vivir.

Hemos nacido en el mundo moderno, en una gran ciudad, por ejemplo. Pero podemos hacer cambios en este ambiente.

Deberíamos hacerlos, especialmente si buscamos corregir algún problema de salud vinculado posiblemente a este ambiente moderno.

Podemos subir por las escaleras en lugar de coger el ascensor, dejar el tabaco y el alcohol, ir caminando en lugar de coger el coche, comer comida real en lugar de porquerías ultraprocesadas.

Salir a pasear en lugar de ver la TV. Irnos a dormir siempre a la misma hora.

Podemos modificar nuestro estilo de vida, porque la forma en que vivimos depende de nosotros.

Podemos modificar los estímulos que nuestro nuevo ambiente produce en nuestro cuerpo para que cesen aquellos que poco a poco, con los años producen algún desajuste, y reincorporar aquellos estímulos que nos sientan bien.

Aquellos estímulos con los que nos hemos desarrollado y forjado como homo sapiens.

No es necesario romper con todo. Abandonar la ciudad para irnos a vivir a la montaña.

Los cambios los podemos hacer aquí, en el mundo moderno.

Es difícil adoptar muchos de ellos, muy difícil, pero las personas que han dejado atrás importantes problemas de salud que podrían englobarse dentro del grupo de enfermedades de la civilización moderna, lo han hecho cambiando su estilo de vida.

Cada uno lo ha hecho a su manera, cada uno ha decidido su propio camino, pero todos tienen en común que han dejado de lado muchos aspectos del estilo de vida moderno y los han cambiado por otros más ancestrales.

No se puede hacer de otra manera.

Nuestro ambiente, ha cambiado.

Y el nuevo ambiente nos bombardea con estímulos nuevos, que producen reacciones nuevas.

Unas reacciones que nos están dañando.

Grábate esta frase con fuego:

Si no sacrificas algo por aquello que amas, aquello que amas será sacrificado.

Lo vamos a dejar aquí, pero publicaré nuevos vídeos profundizando en el tema, no olvides suscribirte al canal.

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Por Paleolíticofeliz.